Hace 50 años se castigaba mirando contra la pared, con orejas de burro o incluso sosteniendo libros en cada brazo. De un tiempo a esta parte la moda es obligar al niño a sentarse a pensar. ¿Ha cambiado mucho el cuento?
En la filosofía de base no, en la forma afortunadamente sí. Nuestra sociedad evoluciona hacia leyes más civilizadas, democráticas y respetuosas con los derechos humanos y hoy por hoy, muchas formas de castigo que se usaban antes serían constitutivas de delito. Sin embargo, las sociedades cambian antes sus leyes que sus mentalidades. Hacen falta varias generaciones para erradicar una forma de pensamiento. Hoy se utilizan formas de castigo menos aversivas pero cuya base de que el castigo es educativo, que el adulto es superior, que el castigo transmite autoridad, que la disciplina sólo puede conseguirse a través de éste y que si no sometemos convenientemente a los niños, serán sujetos desadaptados y peligrosos. Creencias que dibujan el perfil de una sociedad profundamente adultocentrista, que lleva siglos instalada en el paradigma del premio y el castigo como únicos vehículos de aprendizaje y cambio.
http://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-castigos-ninos-no-sirven-para-nada-201606091359_noticia.html?ns_campaign=rrss&ns_mchannel=abc-es&ns_source=fb&ns_linkname=cm-general&ns_fee=0