sábado, 4 de noviembre de 2017

SOBRE CASTIGOS

BEATRIZ JANIN

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En relación a los castigos y aplazos en la escuela, me parece que se deben aclarar algunas cuestiones: un niño se mira a sí mismo del modo en que es mirado y suele suponer que es ese al que los otros nombran. Un niño arma la imagen que tiene de sí mismo en base a lo que los otros dicen sobre él y al espejo que le devuelven. 

Todos tenemos una representación del otro cuando le hablamos, cuando lo miramos, cuando le sonreímos… Y el niño se constituye en base a esas miradas. Y la mirada de la escuela es muy importante en su constitución psíquica. Cuando un niño recibe una “mala nota” en lugar de ser un estímulo para mejorar, esto puede ser exclusivamente un ladrillo que se le pone en la cabeza y que lo deja sumido en la idea de “nunca voy a poder”… Es más, muchas veces el niño o el adolescente no entiende la causa del aplazo y lo vive como un acto agresivo y condenatorio. Y esto es lo fundamental: el aplazo condena…aparece como inamovible, opuesto al “acá te equivocaste pero podés mejorar” o “quizás algo no entendiste… tratemos de ver qué es”. 

Veo cotidianamente en la clínica a niños y adolescentes que están convencidos de que nunca van a poder realizar cálculos o que las reglas de ortografía les están vedadas o que no entienden ni van a entender nunca los textos de historia. Cuando se valoriza lo que saben algo se modifica, cuando no se los castiga ni se los llena de aplazos sino que se le explica qué es lo que tiene que ir mejorando y se piensa cómo ayudarlos, esos niños y adolescentes pueden mirarse de otro modo y emprender un camino diferente. La idea de sancionar es antigua (“la letra con sangre entra”) pero a lo único que lleva es a la deserción, ya sea por abandono efectivo de la escuela o por una presencia formal que no implica compromiso alguno, cuando sienten que están en un territorio enemigo, en el que sólo se pueden defender de los embates de los maestros pero donde su palabra y lo que sienten no tienen lugar.

Es frecuente que la idea de castigar a los supuestos “vagos” coincida con la idea de que los niños que no aprenden tienen algún tipo de discapacidad biológica. Así, los que no pueden atender, o entender, o leer o escribir o hacer cálculos, todos son “dis”. Es decir, el universo infantil parece dividirse entre los “exitosos”, que cada vez son menos, los “discapacitados” que necesitan una atención especial y que serán “dis” toda su vida y los “vagos”, poco estudiosos, a los que hay que castigar, humillar, hacer sentir que “no saben” o “ no pueden”. 

No tenemos en cuenta que son niños que atraviesan situaciones, momentos, a los que hay que comprender, escuchar, acompañar en el difícil proceso del aprendizaje escolar, estimulándolos, valorizando lo que saben y pueden (porque todos sabemos algo), y no seres a los que hay que amoldar a lo que el sistema impone. 


Recordemos que son sujetos en crecimiento, con momentos de crisis, que pueden tener dificultades específicas transitorias y que hay que ver cuáles son las determinaciones de esas dificultades, lo que siempre será complejo y que no son solo cuerpos o pura voluntad, porque ningún ser humano es solamente un cuerpo ni está regido exclusivamente por la voluntad. 

Cuento dos anécdotas que quizás puedan ser útiles para ver cómo la mirada de los adultos puede modificar la representación que tiene un niño de sí mismo y el lugar de la escuela: 


1) Recibo como paciente una niña de cinco años, que venía con el estigma de “no puedo, no sé”, sostenido ya desde ella misma. Nos proponemos con la escuela modificar esta imagen. Un día, en el consultorio, pide armar un rompecabezas de Disney de muchísimas piezas. Demuestra un conocimiento sorprendente de todas las figuras y yo le digo, realmente asombrada “Sos experta en Disney, me podés dar clases. Me encantaría aprender”. Ella me mira, se sonríe y se sienta más derecha. Se la nota muy orgullosa. A la sesión siguiente, al llegar me dice: “Vine. Soy la experta en Disney”. Junto con la escuela, que valorizó cada logro de esta niña y que entendió que cuando no llegaba a cumplir con algo era porque había que darle más tiempo, logramos que en lugar de decir: “no sé, no puedo, los demás pueden pero yo no”, afirme hace poco: “yo soy un poco mala en matemáticas, pero muy buena en lengua y en inglés”. Si no hubiese habido adultos que la valoraban a pesar de las dificultades o de tiempos diferentes, si se le hubiese puesto en el boletín que no alcanzaba los objetivos en los temas que más le costaban, si en lugar de aplaudirla porque se animaba a recitar una poesía en inglés delante del curso se le hubiese corregido cada error, esta niña se hubiese quedado con una representación de sí (avalada por algunos profesionales que la vieron de más pequeña) como siendo un “trastorno”, una “dis”.

2) Un adolescente de 17 años repite cuarto año y cambia de escuela. Viene de tener muchas dificultades durante toda su trayectoria en el colegio secundario y supone que él no puede aprender, que ni vale la pena hacer esfuerzos.

 Está muy angustiado porque perdió al grupo de amigos (con el que tenía una excelente relación). En la nueva escuela, asombra al profesor de música por el modo en que toca la guitarra. Le propone que toque el himno y otras canciones patrias en una de las fiestas escolares. Cuando lo hace, la directora dice, delante de toda la escuela: “Además de ser muy buen alumno, vean cómo toca la guitarra.” A partir de allí, mi paciente modificó totalmente su relación con el estudio y dejó de llevarse materias a examen. Nunca en su vida le habían dicho que era un buen alumno y eso lo hizo sentir capaz de enfrentar aprendizajes que le resultaban difíciles.

Considero que la salida no es castigar ni discapacitar, sino acompañar, ayudar a que se desarrolle el deseo de saber, no aplastar capacidades ni cercenarlas sino posibilitar su despliegue y esto puede ayudar a que todos los niños accedan a los laberintos del saber con alegría, descubriendo el placer del conocimiento.


 Beatriz Janin 

Directora De Las Carreras De Especialización En Psicoanálisis Con Niños Y En Psicoanálisis Con Adolescentes