EL DOLOR SE TOCA
"Cuando un niño se golpea no mira en forma inmediata la zona golpeada, sino mira el rostro del adulto que lo acompaña. Busca en otro rostro medir la dimensión de su dolor. Después que el adulto mira y acaricia, va el niño cuidadosamente a mirarse y tocarse la zona afectada. El “sana sana” es una de las tantas formas de aliviar el dolor en el cuerpo mediante el contacto. El dolor se toca.
Los padres pueden tener por lo menos dos actitudes diferentes que no ayudan. Están los que hacen que no miran (si están con alguien le indican “no mires, que si no llora”). O los que se aterrorizan y toman una actitud de alarma extrema, exclamando y poniendo cara de espanto. La indiferencia no le permite al niño indagar sobre su dolor, el espanto lo aterroriza.
El dolor entonces cobra identidad a partir de la percepción y la expresión que el otro, como espectador, tiene del hecho acaecido. El dolor se verifica en el rostro del otro que nos mira y se calma cuando la mano borra con su masaje la molestia. El carácter cultural y vincular del dolor ha sido ya estudiado en diversas investigaciones que demuestran que el registro y valorización de la intensidad del dolor, provocado por una alteración de la vida orgánica, no está sujeto al factor somático en forma determinante, sino a las condiciones socioculturales en las cuales el cuerpo se ha gestado".
Daniel Calmels,