miércoles, 28 de febrero de 2018

Alicia Banderas: “Si sobreestimulamos a los niños, cancelamos su creatividad”

¿Qué tiene peores consecuencias, la falta de estimulación o la sobreestimulación de los niños?

Cada una de ellas puede generar unas consecuencias negativas en la vida de los niños y niñas y de las familias. Sabemos por investigaciones, por ejemplo en niños que han permanecido aislados y faltos de estimulación, que han presentado déficits en habilidades cognitivas, emocionales y han tenido problemas de conducta. Pero la sobreestimulación también conlleva sus riesgos. Se trata de exponer a los niños a estímulos de manera excesiva y/o precoz como por ejemplo a tareas demasiado complejas antes de que su cerebro esté preparado, lo cual puede producir deficiencias en su capacidad de aprender, o se les apunta permanentemente a actividades extraescolares que muchas veces ni si quiera desean o han elegido. Esto conlleva bloqueo, estrés y desmotivación.
“Los niños necesitan juego libre, donde sean los protagonistas activos de sus propias creaciones. Los que descubren, deciden o cambian su forma de juego”.

¿Cuándo comienza la sobreestimulación de los hijos?

Antes incluso de que el que bebé nazca. Un gesto como escuchar música durante el embarazo, con el único objetivo de que tu hijo desarrolle la inteligencia matemática, como reflejan algunas investigaciones (que en algunos casos se ponen en duda), es una buena prueba de todo lo que hacemos las madres para desarrollar al máximo el potencial del bebé.
Vivimos posiblemente ante una generación que dispone del acceso a la mayor información jamás imaginada y posiblemente la que más estimulación recibe.
Tenemos un gran acceso al conocimiento y vivimos un desarrollo tecnológico tan intenso como desconocido es su impacto. Esto hace que vivamos en un mundo frenético y cada vez más autoexigente por la presión social. Un mundo que, por cierto, construimos nosotros, y al que también sometemos a nuestros hijos en un afán desmesurado por sobreestimular a los niños para que sean más “brillantes”, llenándoles de actividades o enseñándoles conocimientos de una manera demasiado estructurada.
La excesiva estimulación o la estimulación precoz a la que sometemos actualmente a los niños, exponiéndoles tanto a un sinfín de actividades excesivamente guiadas y planificadas como apuntándoles a clases extraescolares, son solo algunas actividades que están dentro de las “agendas de ejecutivos” que ya poseen niños que ni si quiera han cumplido los 2 años, sin apenas, en muchos casos, disponer de un tiempo de juego libre para disfrutar y aprender jugando y solos.