domingo, 28 de enero de 2018

Cooperación y agradecimiento, protección y defensa, culpa y reparación. Vicenç Arnaiz



El niño entonces descubre, por suerte, que el Universo entero no está a su entero servicio de forma permanente. Percibe que su escala de urgencia no siempre está compartida. Y así se da cuenta que padres y madres no son un apéndice de su YO, que tienen puntos de vista e intenciones que no siempre coinciden con las suyas.
El descubrimiento del Otro, sembrado como experiencia íntima y desde el amor, lo abrirá a lo que constituye una de las dimensiones más humanas y que le aportará más experiencias de felicidad: la Alteridad.
Sabrá que las risas sólo son una gozada si son compartidas y sabrá del poder del consuelo para frenar el dolor y alejar la tristeza.
Se sentirá realmente competente cuando sepa colaborar y descubrirá la seguridad que aporta el agradecimiento.
Unirá para siempre jamás su protección a la pertenencia a un grupo donde él se sepa tanto acogido como cualquier de los otros. Sí, proteger y sentirse protegido son las dos caras de la misma moneda y sólo diferenciables en pequeños momentos del relato
Si esta “caída del trono” se produce con quienes no tiene profundos lazos amorosos quizás entenderá que esto de no poder ser el centro universal es por la falta de amor que le tienen y que no lo aman como se merece.
Todos sabemos hasta qué punto la Alteridad genera muchas más experiencias de felicidad que un YO obeso y adiposo.
Y todo empezó cuando un buen día padres y madres que aman con delirio a su hijo empiezan a ayudarlo a vivir momentos de espera y le van proponiendo asumir algunas contrariedades en el marco de su amor incondicional.


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