viernes, 15 de diciembre de 2017

LOS REYES MAGOS, LA FANTASÍA INFANTIL Y EL CONSUMISMO.


Por Yolanda González. Presidenta de A.P.P.S.I.


Se acercan fechas navideñas, y con ellas, el aluvión de anuncios en todos  los medios de comunicación,  para consumir más y mejor. 
Si durante todo el año, estamos bombardeados para comprar y comprar, más allá de lo razonable y sostenible económica y ecológicamente hablando, estas fechas son el sinsentido del exceso del  gasto familiar, incitados por la tradición, aderezada con mensajes de amor y paz, para crear un clima de felicidad  en muchas ocasiones ficticio. 
Un paréntesis en la realidad cotidiana, marcado por legítimos  anhelos de bienestar, que más tarde nos devuelven a la misma realidad, donde lo dejamos.
Nosotros somos adultos y podemos reflexionar sobre este tema y ver más allá de los intereses establecidos.
¿Pero que pasa con la infancia?
Ellos son carne de cañón fácil para el consumismo impuesto de la  sociedad.
Sin ser conscientes, somos los adultos, los que ponemos a sus pies, una batería de juegos, juguetes, medios informáticos, etc que los hacen sucumbir en sus redes o en la frustración si no logran acceder a su juego, juguete o pantalla extraordinaria. Frustación por una exhibición excesiva de juguetes creados por intereses comerciales.
Es en este punto, donde los padres que intentan una crianza consciente y respetuosa, se plantean las siguientes dudas:
  1. Consumismo
Este aspecto, es algo que los padres pueden regular relativamente, por la presión exterior expuesta anteriormente.
 Si en casa se pueden regular la cantidad y calidad de juguetes, es sin embargo más difícil que el entorno inmediato, abuelos, tíos y demás familia, accedan a llegar a un consenso que preserve el sentido común.
  1. Hay otro tema, muy importante y que está creciendo progresivamente en un sector del modelo de crianza respetuosa:
Son las madres y padres que consideran que los Reyes Magos, el Ratoncito Pérez o Papa Noel o el Olentzero en el PaísVasco, por citar algunas, constituyen en sí mismas "Mentir a los hij@s" pues no son entidades reales.
Este, es un tema delicado y por tanto central en este artículo.
Es saludable que los adultos deseen e intenten, ser honestos y coherentes con sus peques. En mis grupos de madres/padres, es frecuente está inquietud cuando se acerca el tema de los Reyes magos y todo lo que implica tanto de  consumo, como ética en los regalos, ademas de la presión familiar, y el  montaje social habitual.
Suele verbalizarse  de esta forma clara:


"No me gusta engañar a los hijos, prefiero que sepan la verdad siempre"
Esta afirmación, es muy coherente desde la posición adulta. Engañar, no es educativo.
En los grupos siempre que surge, lo  abordamos en sus múltiples facetas, y perspectivas.
Finalmente, llegamos a una comprensión más profunda, desde  la mirada de la infancia.
Es necesario, comprender y conocer   los procesos madurativos infantiles, para disponer de un enfoque global, y no sólo de nuestra opinión, en sí misma lógica desde nuestra perspectiva. 
La primera reflexión que debemos hacernos es:
- Decir la verdad en  relación a que?
 Y lo más importante: -- - -
 
 Esa verdad adulta,  a que edad evolutiva va dirigida?
Al margen del siempre  cuestionable consumismo y manipulación antes mencionado, me gustaría aportar algunas consideraciones para aclarar este punto.
- lo primero de todo, como señalo en mis conferencias y Libros, el mundo infantil y el adulto, son antagónicos. A veces, creemos que porque hablan y dialogan, pueden estar a la altura de la "comprensión" de nuestro discurso adulto.
Sin embargo, la realidad es que la infancia, es la primera etapa para madurar y la más delicada. Son procesos no tangibles, invisibles, y lentos. Pasito a pasito, van desplegando todas sus hermosas potencialidades, en un universo infantil rico, pero vulnerable y muy dependiente del mundo adulto.
Son la semilla, tierna y amorosa, que lentamente se abre a la vida, a través de sus experiencias cotidianas, en un entorno seguro y familiar.
Estoy hablando de la etapa 2- 7 años, la más importante para la formación de la personalidad.
Como decía antes, a veces nos confunde ver a esas criaturitas con esa capacidad de diálogo.
 En que nos confunde?
En creer que piensan y sienten como nosotros los adultos.
Nada más lejos. No son adultos en miniatura como se creía en épocas pasadas. Pero a veces, se les trata como a tales.
Sus emociones, y  pensamiento, es diferente al nuestro.
Por este motivo, hay tantos conflictos con la primera infancia. No usamos los mismos canales de comunicación.
Nuestro pensamiento es racional. Usamos el neocortex a veces en exceso, desoyendo el corazón.
Su pensamiento, esta desarrollándose. Y esta muy mediatizado por el sistema límbico, es decir, las emociones.
Todo nuestro discurso racional, les suena ajeno...porque ell@s, viven en el mundo de la magia!!!
Su pensamiento es mágico y egocéntrico. Ambas cosas, no sin ningún déficit. Son, por el contrario, lo que corresponde con su edad madurativa, tierna, vulnerable y confiada.. si el entorno sabe respetarlo.
Respetar a la infancia,  no sólo requiere intención, sino también conocimiento.
En la consulta veo muchas familias con hijos pequeños a los que aman, pero ignoran como respetar realmente, porque desconocen su mundo interno. Y ahí, comienza el desencuentro, y el sufrimiento estéril.
Acompañar a la primera infancia, es un Arte.. Es un arte, que requiere grandes dosis de empatía, acompañado siempre y prioritariamente , de una mirada conocedora de sus procesos madurativos.
Esto implica, comprender en este caso que nos ocupa, que su mundo interno, está impregnado del pensamiento mágico y de la fantasía. El que corresponde a la imperiosa necesidad de aprender jugando. Para madurar experimentando día a día desde su realidad opuesta a la nuestra.
 Su estructura psíquica en formación, esta gobernada fundamentalmente, el principio del placer, presente desde el nacimiento, y que más tarde y lentamente, se verá complementado sin desaparecer de la escena psíquica, por el principio de realidad, el  que nos sitúa aquí y ahora, más allá del deseo de realizar otras cosas.
En ese principio del placer, se encuentra la única actividad gozosa que es el juego. Y desde ahí, todo, absolutamente todo, es posible:
Que una vaca vuele. O que sea roja o de su color preferido.
Que el sol amanezca porque él despierta, que el abuelito que murió este después nuevamente vivo...
Todo, desde el pensamiento egocéntrico y mágico, es posible.
Forma parte natural, de su proceso de desarrollo.
No viene inculcado desde el exterior!.
 Es el modo natural de ser y evolucionar en la primera infancia.
El problema sobreviene, cuando algunos adultos, no han superado esta fase del desarrollo, pero nunca  es preocupante en la primera  infancia. Al contrario  es un signo de Salud.
Después,  el proceso continúa si no hay interferencias, hasta que progresivamente, se instaura el principio de realidad.
Cuando ocurre? Todos hemos observado, que los peques comienzan a hacer preguntas razonadas "¿como pueden estar aquí los Reyes Magos y al mismo tiempo allí? ¿existe el Ratoncito Pérez?
Y una serie de indicios, que nos anuncian la progresiva presencia del principio de realidad..
Ah! Ya no todo es posible....hay cosas que ya  no cuadran en su mente infantil.
Hay cosas que empiezan a tener otra logica que no es la divertida mágica..
Eso es crecer...
Más adelante habrá más y más transformaciones profundas..otras etapas de sucederán. Otros retos aparecerán
Pero en la primera infancia, debemos tener claro:
Su lenguaje, es emocional.
Su pensamiento mágico. Y su sentimiento egocéntrico.
Con estas premisas...que pasa con los Reyes Magos?
Lógicamente, dependerá de muchos factores, entre ellos la ideología y creencia de la familia.
Sin embargo, la realidad, es que socialmente, los Reyes, nos gusten o no, están ahí.
Y los peques, disfrutan del misterio mágico más que nadie en el mundo.
Más allá de la simbología y el consumismo de estas figuras, la alegría e ilusión infantil están ahí, porque en esta cultura es lo que se promociona. En otras, existe otros símbolos.
Llegados aquí: si un peque está embuído en la fantasía y rodeado de bombardeo televisivo de la llegada de estos personajes, y los padres desvelan la realidad...que sentirá un@ pequeñ@ de 4 años por ejemplo?
Quizá lo acepte porque por encima de todo está la verdad de sus papás.
Pero, como se sentirá si su mundo era otro?
Muchos peques, se niegan a esa revelación si antes creyeron en ella. Otros, lo aceptan pero en su corazón, sienten que esos regalos que quizá le llevan sus papas, mágicamente los convierte en Reyes...o en Olentzero o en Papa Noel, o fantasean con ello que son las referencias sociales comunes.

Tenemos que atender a su corazón y no tanto a nuestra razón.
Personalmente, no comparto el tema de los Reyes, por diversos motivos.
 Pero todos l@ niñ@s, desean pertenecer a un grupo, participar de sus juegos y fantasías porque les corresponde como etapa madurativa.
Cuando están preparados, al igual que con el destete, el inicio de la escuela, el control de esfínteres y un largo etcétera, una explicación adecuada a su pregunta de la realidad, cierra el proceso sin traumas ni desengaños:
Existen los Reyes magos?
Tu que crees?
No sé, a veces creo que no puede ser.. .

Es el momento de hablar desde el Amor:
"En el país de la fantasía, existe el Papa Noel, el ratoncito Pérez, el Olentzero o los Reyes Magicos/magos."
Has crecido, cariño.
" En la realidad, tus papas, que te quieren mucho, te han acompañado en ese mundo maravilloso  de magia y  fantasía, mientras esa edad tenías."
Planteado con tacto, la armonía continua. Han crecido. No hay dolor, no hay engaño si es el momento adecuado.
Ni antes ni Después, de su necesidad madurativa para acceder al mundo de lo Real.
La creatividad, la magia y la fantasía, son cualidades de la infancia, que la razón, no debe ignorar.
A partir de ahí, que cada madre, padre, actúe desde su corazón.
Que la magia de estar vivos, continúe en vuestros corazones, más allá de miles de razones.
Diciembre 2017.
YG

http://www.yolandagonzalez-prevencion.com/index.php/publicaciones/articulos/202-los-reyes-magos-la-fantasia-infantil-y-el-consumismo

lunes, 11 de diciembre de 2017

La represión de la cólera


Su rabia es intensa, pero él niño se prohíbe, o sus padres le prohíben, que la muestre, incluso que la experimente. Entonces el niño se siente malo al sentir la rabia, la dirige contra sí mismo, se juzga, se siente ridículo, pequeño inepto.
Muchos hermanos mayores son más tímidos que los menores. Son aquellos los que no se otorgan a sí mismos el derecho a manifestar sus celos. Rechazan su cólera contra su hermanito o su hermanita que les ha quitado a su mamá.

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El niño encolerizado que no puede expresar su cólera teme su propia violencia y la venganza de los demás. Para protegerse de estas emociones demasiado intensas que le harían sentir culpable, rehúsa sentir su rabia, la atribuye a su entorno. Tiene miedo de los demás, portadores de su violencia, de la gente (quieren hacerme daño), de sus amigos (se burlaran), de los perros (me morderá), de los gatos (me arañará)...

Isabelle Filliozat
"El mundo emocional del niño"

Crecer sin violencia

Todos los niños tienen derecho a una vida saludabley desprovista de violencia.OMS
Hace unos meses escribí una entrada sobre los castigos físicos[1] en la crianza. El artículo ha sido compartido en diversas páginas y ha recibido comentarios de distinta índole. Hoy quisiera aclarar varias cuestiones que me parecen de fundamental importancia. Para ello, citaré entre comillas y en letra cursiva algunas de las opiniones recibidas:
“Los chirlos son necesarios sin llegar a golpear, a mi me pusieron los que me correspondían y estoy muy agradecido. Me criaron para ser un hombre de palabra y de honor.”
¿Sin llegar a golpear? Dar un chirlo ES golpear. El acto de pegar emerge justamente en el momento en el que el adulto se queda sin recursos para afrontar la situación conflictiva de manera respetuosa. Sucede que, como afirma el pediatra Carlos González, “el niño ama tanto a sus padres que justifica sus golpes”, en muchos casos termina normalizando la violencia y se genera una dinámica vincular compleja en la que se naturalizan los malos tratos (“debí merecerlo”) y en la que pareciera que el fin (“ser un hombre de palabra y de honor”) justificara los medios.
“Cuando los niños cometen actos indeseables, deben ser corregidos y unas nalgadas al traste enderezan la buena crianza. Eso no es agresión ni violencia ni desamor. Esas nalgadas le duelen más al padre o madre que las aplica.”
No nos engañemos: A NADIE LE DUELE MÁS QUE AL NIÑO que no sólo está en inferioridad de condiciones, que no sólo es mucho más pequeño en tamaño y tiene menor capacidad para entender el desborde y el exabrupto de quien le pega, sino que además es absolutamente dependiente del adulto. PEGAR ES VIOLENCIA sea en la cola, sea en la cara, sea en el brazo, sea donde sea; sea a un niño, a un adulto, a un anciano; sea una vez o más de una. Es violencia, es maltrato y es una vulneración de los derechos fundamentales[2].
“No exageres, una cosa es el maltrato o tortura y otra un chirlo a tiempo”.
Aquí quería llegar. Muchas personas afirman convencidas que “un chirlo” no es maltrato.
¿Qué se entiende por maltrato infantil? La Organización Mundial de la Salud lo define como cualquier tipo de maltrato físico y/o emocional, abuso sexual, desatención o trato desconsiderado, o explotación comercial o de otra índole que ocasione un daño real o potencial a la salud, supervivencia, desarrollo o dignidad del niño en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. El abuso físico de un niño puede definirse como el uso deliberado de la fuerza física contra un niño, ya sea de forma ocasional o habitual. Se incluyen en este concepto los golpes, palizas, patadas, zarandeos[3].
Seamos sensatos: los golpes no enseñan respeto, lo que se “logra” a través de los mismos es que el niño responda y obedezca en base al miedo, desde la sumisión, quedando excluido el diálogo y la reflexión, dificultando la gestión emocional y la adecuada respuesta a situaciones conflictivas. La violencia nunca es inocua, lastima al niño, lo humilla, daña el vínculo, afecta su neurodesarrollo, su autoestima  y con frecuencia interfiere en los procesos de aprendizaje.
Los invito a encontrar un momento de tranquilidad para hacer el siguiente ejercicio: siéntense cómodos, respiren con atención, intenten visualizarse cuando eran pequeños, hagan un breve recorrido por los recuerdos de sus primeros años de vida, intenten identificar cuáles eran sus sentimientos, emociones y sensaciones corporales preponderantes cuando se equivocaban o cuando tenían algún momento de desborde emocional y sus padres intercedían de alguna manera. ¿Cómo actuaban esos adultos? ¿Cómo se sentían esos niños?
Estoy convencida de que para ser niños respetuosos primero deben ser niños respetados. Lo que generalmente hace falta a los niños no son “límites” sino atención, escucha empática, validación de las emociones, amor incondicional. Cuando uno dice “a los niños les falta límites” pone la responsabilidad en ellos, cuando uno dice “a los niños les falta acompañamiento empático”, la responsabilidad queda claramente del lado del adulto y esta diferencia no es menor, siempre es más sencillo “ver la paja en el ojo ajeno”. Se puede criar con valores, comunicar límites y transmitir normas de convivencia sin maltratar, humillar ni denigrar. Como bien dice el colega chileno Álvaro Pallamares, de Psicología Infantil: “Flexible no es permisivo. Contener no es consentir. Firme no es severo. Predecible no es aburrido. Sensible no es débil. Consecuente no es intransigente. Seguro no es autoritario.”
Claro que hace falta esfuerzo, compromiso, presencia y paciencia, pero créanme: ¡realmente lo vale! Apostemos al tiempo compartido, al diálogo, al respeto, a la sensibilidad, a la empatía, a la reflexión, al ejemplo que damos cotidianamente con nuestras acciones. Buceemos en nuestro interior, sanemos nuestras heridas, busquemos ayuda si hace falta. Criemos hijos que no tengan que recuperarse de sus infancias.
(*) Natalia S. Liguori
Lic. en Psicología (MN 47.600 – MP 96.341)
natiliguori@yahoo.comhttps://licenciadanatalialiguori.wordpress.com


https://licenciadanatalialiguori.wordpress.com/2015/09/01/crecer-sin-violencia/

domingo, 10 de diciembre de 2017

Niño-as de padres separados


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 "Me gustaría decir algo más respecto a esto.
Cada niño tiene dos padres. 
Y siempre necesita a los dos.
Un niño debe tener derecho a querer a sus dos padres.
Él o ella no comprende porqué se separan sus padres.
Quiere a los dos de la misma manera.
Pero a veces, cuando los padres se separan y el niño o la niña se quedan con la madre, dependen totalmente de ella y tienen miedo de mostrar que quieren a su padre tanto como a su madre.
Tienen miedo de que la madre sienta resentimiento hacia ellos y que después de haber perdido a su padre, la pierdan también a ella.
Sin embargo, continuarán queriendo a su padre en secreto. Y cuando oyen decir a la madre que ha querido mucho a su padre, pueden mostrarle que también ellos le quieren.
De esta manera, los hijos se sienten aliviados"


Bert Hellinger

lunes, 4 de diciembre de 2017

«Que un niño no se sepa aburrir suele ser síntoma de que está sobreestimulado»



MADRIDActualizado:

-¿Qué es para usted educar?
Catherine L´Ecuyer es una enamorada de la educación, de los niños y de su capacidad de asombro, quizá porque ella no la ha perdido. Esta mujer tremendamente preparada es abogada de formación. En 2004 vino a España para hacer el Master del IESE y se enamoró de un español. A raíz de la maternidad, se preguntó sobre lo que movía a los niños a actuar, a aprender. Investigando en los ámbitos de la neuropediatría, la filosofía, la psicología y la educación, la respuesta que encontró fue: asombro y belleza. Le fascinó tanto lo que encontró, que decidió dejar el mundo de la empresa, hacer una maestría y un doctorado para seguir investigando su tesis con rigor. En 2011, tuvo un accidente de coche grave mientras estaba embarazada; estuvo de baja 6 meses esperando que naciera su cuarto hijo. En ese tiempo, tuvo tiempo para poner por escrito sus reflexiones sobre educación en «Educar en el asombro», un libro inspirado en sus investigaciones, basadas en la observación y en su intuición de madre «cualquiera» (insiste en que las madres perfectas no existen). Hace unos días impartió una conferencia en la Fundación Botín en la que expuso sus conclusiones.

Educar es buscar la perfección de la que es capaz nuestra naturaleza. Uno de los problemas de los últimos años es que estamos buscando perfecciones de las que no somos capaces. Eso ocurre porque basamos muchos métodos del sistema educativo en los neuromitos.
-¿Qué son los neuromitos?
-Son falsas interpretaciones de la literatura en neurociencia. Por ejemplo:«el niño solo usa el 10 % de su cerebro», «tiene una inteligencia ilimitada». O el mito de los 3 primeros años, según el que habría una ventana de aprendizaje, un periodo crítico que después se pierde para siempre. Estos neuromitos están reconocidos como tales en la literatura científica, no hay debate sobre ello. Sin embargo, cuesta llevar a cabo una buena divulgación científica en el mundo educativo. Aún hay muchos métodos basados en los neuromitos. Por ejemplo, la estimulación temprana es un método que no tiene ninguna base científica. Está basado en una teoría biológica totalmente obsoleta y ha sido condenada por decenas de asociaciones como Neurology y la Academia Americana de Pediatría.
-Entonces, ¿cómo cree que debería ser la educación?
-Estamos considerando al niño como un cubo vacío en el que vamos echando conocimientos tal y como si de él mismo no surgiera ningún deseo, ninguna motivación intrínseca. Esto hace que el niño se acostumbre a que se lo den todo hecho. El niño desea conocer y si nos pasamos todo el día bombardeándolo con información, pensando que él no va a ser capaz de moverse por sí solo, lo que conseguimos es adormecer al niño. Lo convertimos en un ente pasivo y dispersamos su atención. Creo que la inatención es una de las causas de la llamada «crisis educativa».
-¿Están los niños hiperestimulados?
-Sí, se les ofrecen demasiados estímulos y hay que dejarles que se aburran y descubran cosas por sí mismos. Esto no quiere decir que no haya que transmitir conocimientos. Es cierto que el niño llega al conocimiento a través de conocimientos previos, es decir, va modelando su saber del mundo en base a lo que ya entiende. Eso no significa que el niño crea la realidad y debe diseñar el andamio de su propio aprendizaje. Esa es la premisa de ciertas nuevas pedagogías que proponen un constructivismo salvaje. El papel del maestro es clave.
-¿Cómo aprenden los niños?
-Observando la realidad. Esta no se construye, se descubre. Y se descubre a través del deseo de conocer. Cuando se pierde el asombro, los niños acaban dependiendo de la fuente de estímulos externos para aprender o motivarse y llega un momento en que estudian por sacar buena nota en vez de hacerlo por amor al saber. El siguiente paso es la búsqueda de sensaciones nuevas, la adicción a esos estímulos externos, que tienen que ser cada vez más rápidos.
-Los niños de ahora no saben aburrirse...
-Tolstói decía que «aburrirse es desear desear». Que un niño no se sepa aburrir suele ser síntoma de que está sobrestimulado. Pero, a su vez, el aburrimiento es preámbulo del asombro. Si les dejamos aburrirse, empezarán a buscarse la vida, a ser creativos y a poner en marcha sus funciones ejecutivas (planificación, atención, memoria de trabajo, etc.) a través del juego libre. El aburrimiento no es un grito de alarma que nos ha de convertir en animadores de ludoteca u organizadores de cumpleaños extraordinarios. No es preciso ocupar todas sus horas... Relajémonos. La vida ordinaria ya es de por sí bastante interesante: hay que ayudarles a redescubrir lo extraordinario de lo ordinario.
-¿Habría que dejar que los pequeños descubrieran mucho más por sí mismos?
-Yo creo que sí. Esto no quiere decir que haya que dejar de lado la educación formal. Pero la educación infantil debería ser mucho más desestructurada, que no es lo mismo que caos y libertinaje. En el modelo montessoriano, por ejemplo, siempre hay un objetivo, un marco, un ambiente preparado, y el material está diseñado para corregir naturalmente al niño. María Montessori decía «nuestros alumnos no siempre hacen lo que quieren, pero siempre quieren hacer todo lo que hacen». Todos estamos de acuerdo en que «el niño ha de ser protagonista de su educación», pero no todos entendemos lo mismo con esta frase.
-¿Tienen los niños diferentes ritmos?
-Antes de los 7 años son muy grandes las diferencias entre un niño que nacido en enero y otro nacido en diciembre. En un aula, el abanico de capacidades puede ser enorme. Por lo tanto, es una etapa en la que la educación personalizada es clave. Y, sin embargo, es la etapa a la que se le da menos importancia. Hay 30 niños por clase y los maestros tienen multitud de cosas que hacer (métodos, fichas, etc.); eso dificulta su atención a la parte afectiva del niño. En infantil, especialmente en el primer ciclo, los niños aprenden a través de sus cinco sentidos, no están preparados para el mundo de la abstracción.
-Entonces, ¿se están adelantando aprendizajes?
-Efectivamente. Adelantar aprendizajes abstractos en la etapa anterior (sensorial) les lleva a la frustración y daña su autoestima, lo que introduce al niño en una espiral de fracasos que afecta a su futuro rendimiento. Y no estoy en contra del esfuerzo y de la exigencia, pero en la etapa infantil, adelantar y forzar el aprendizaje formal cuando un niño no está preparado es un sinsentido.
-¿Asombro y fascinación son lo mismo?
-No. La fascinación es una reacción más bien pasiva, deja boquiabierto ante algo que puede ser grande o incluso feo. Uno puede quedar fascinado ante la pornografía o ante la pantalla, por ejemplo. En cambio, el asombro arranca desde lo profundo de la persona y lleva a uno a inclinarse ante la belleza.
-¿El asombro está ligado a la belleza?
-El ser humano, como decía Platón, tiene un deseo profundo para lo bello. En ese sentido, podemos decir que la belleza es algo irresistible para el ser humano, nuestro corazón está hecho para descansar en lo bello. Los griegos decían que la belleza es la expresión visible de la verdad y de la bondad. Es verdadero y es bueno lo que respeta la naturaleza del niño, sus ritmos, sus etapas... Educar es dar oportunidades de belleza.

Veo epidemias nuevas en niños y adolescentes: soledad y cansancio precoz



Enrique Orschanski es pediatra y, además de asistir y contener a cientos de niños en su consultorio, realiza trabajos en el campo científico como también de divulgación. Él se propone que todos piensen en la infancia.
Este médico cordobés visitó Salta hace poco para ser parte del Congreso Latinoamericano de Psicología, denominado "Los rostros del malestar".
Orschanski pide pensar en la infancia, no como un ciclo biológico, limitado a ello, sino como construcciones humanas que consolidan la vida de una persona.
El especialista dialogó conEl Tribunoy mencionó que detecta epidemias en la infancia, tales como soledad, tecnoadicciones, cansancio psicofísico precoz, sobrepeso y obesidad. Ante esto, propone "hacer la revolución de devolver la infancia", para contrarrestar esas epidemias y lo que denomina el síndrome de las casas vacías.
¿Cuáles son los rostros del malestar en la infancia de hoy?Tuve el privilegio de participar como pediatra comentando mi experiencia profesional en torno de los malestares que perturban a familias actuales. Desde mi punto de vista, siempre acotado a la población a la que asisto, veo cuatro epidemias nuevas en edades infantiles y adolescentes: soledad, tecnoadicciones, cansancio psicofísico precoz y sobrepeso u obesidad. Todas están relacionadas entre sí y vinculadas al cambio en las relaciones interpersonales entre padres e hijos, docentes y alumnos, ciudadanos y dirigentes.
Usted habla de "hacer la revolución de devolver la infancia". ¿Por qué?
Se trata de una propuesta de estrategia contra las epidemias que mencioné. Que los niños vuelvan a ser niños; que duerman mejor, que coman a horario, que beban agua y no brebajes azucarados, que jueguen y se aburran creativamente. Todo esto aportaría salud, para lo cual es imprescindible que los adultos recuperen, a su vez, su lugar.
¿Por qué lo plantea como una premisa a alcanzar ahora?
Lo que denomino "síndrome de casas vacías" resume el concepto de padres ocupados y con muchas horas fuera del hogar, lo que deriva en niños tercerizados en su educación, que también pasan demasiado tiempo fuera del hogar. De tal modo, los rituales de convivencia cotidiana se van perdiendo, en especial los ritmos de sueño/vigilia, la nutrición entendida como comunión familiar a la hora de alimentarse y el respeto por las jerarquías amorosamente ganadas. Al respecto, opino que la familia no es una estructura democrática; es una jerarquía de amor en la que los chicos encuentran protección cuando los adultos se comportan como tales, y lo agradecen creciendo con la suficiente autoestima para diferenciarse como individuos.
Que los niños duerman mejor, coman a horario, beban agua, jueguen y se aburran de forma creativa".
¿Cuál es el rol de los pediatras y qué desafíos tienen en el escenario que describe?Los pediatras y otros profesionales de la salud pasamos a ser palabras autorizadas cuando la palabra de los que deberían ser verdaderos modelos para los chicos desaparecen.
"Dígale usted (me piden en el consultorio) que no coma tantos caramelos". En esa frase muchos padres admiten la caída de su autoridad y piden auxilio a quien -desde su rol profesional- pueda ser escuchado por los chicos y obedecido.
Los pediatras debemos manejarnos con extrema prudencia y humildad, aportando elementos que siempre devuelvan la autoridad paterna, quitando culpas, promoviendo el encuentro, sugiriendo apagar pantallas para que se vuelvan a encender corazones.
Muchos padres repiten que a los hijos hay que ofrecerles tiempo en calidad y no en cantidad ¿Cómo impacta este concepto en la infancia de los hijos?La ausencia no debería ser origen de culpa en los padres. Ellos trabajan por y para sus hijos. Lo imperdonable es que vuelvan a la casa y sigan conectados a algún artefacto y no quieran ni sepan compartir tiempo con sus hijos. Hay muchos chicos huérfanos de padres vivos.
Cada vez a más temprana edad los niños tienen actividades extracurriculares. ¿Hasta qué punto es bueno estimularlos con este tipo de tareas?Los pediatras sabemos que estas generaciones no requieren de estímulos especiales para desarrollar sus capacidades. Ellos saben resolver cómo jugar, inventar, protagonizar y guionar sus actividades sin atarse a cursos, escuelas de fútbol, horarios o transportes.
Mi personal opinión es que los chicos deberían asistir a jardines de infantes a partir de los 18 meses, luego de que desarrollan un lenguaje primario y ya completaron el esquema de vacunas.
Las actividades extracurriculares no son importantes hasta los siete u ocho años. Su uso en edades previas solo denuncia la necesidad paterna de dejarlos en algún lugar seguro, mientras ellos no están en casa. Lo veo más como necesidad social que pedagógica.

Enrique Orschanskyes pediatra, especialista en infancia y familia. También doctor en medicina y cirugía, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba. Es especialista en pediatría y docente. En sus libros, trabajos científicos, conferencias y columnas aborda temas vinculados a la vida familiar y la crianza de los niños.

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