para acompañar a la familia y al bebé y niño en su desarrollo
desde una perspectiva pikleriana.
Seguir la curiosidad de un bebé puede ser apasionante, y es allí cuando aprendemos que el bebé no necesita ser "enseñado", que él aprende por si mismo, y que este aprendizaje será lo que le brinde la seguridad interna e identidad personal.
Hemos aprendido también que el bebé simboliza en y por su cuerpo: cada gesto, cada movimiento, cada acto voluntario le permiten reconocerse, pensarse, encontrarse con él mismo y con el mundo. Pero también hemos aprendido que necesita los objetos y sujetos apropiados del medio ambiente: y estos son proporcionados por los adultos que lo rodean.
"El acompañamiento del desarrollo". Noemí Beneito